Me desperté sobresaltado, bañado
en sudor y escuchándome gritar. Eran las cuatro y quince de la mañana, según vi
en mi teléfono que estaba siendo reloj y pronto despertador.
Me senté en el borde de la cama y
apoyé las palmas de mi mano en mis ojos, restregándomelos. Mientras lo hacía,
recordaba mis sueños, claramente, como hacía mucho tiempo no me pasaba.
Eran pesadillas, sin duda.
Soñé que elegían un papa
argentino.Francisco. Y soñé que, inéditamente, mientras el mundo entero recibía al nuevo
papa con algarabía, mientras el mundo entero se sorprendía por su humildad y su
frescura y se resaltaban sus valores, aquí, en su país, en la Argentina, se lo discutía,
se dudaba de su pasado. No todo el país, claro. Nítidamente podía verse quienes
eran.
En el preciso instante en el que
se anunciaba su nombre, en el canal oficial, el que debe ser para todos los
argentinos, había imágenes de un programa para niños. Segundos después,
mientras el mundo explotaba de alegría, la presidenta ,enfrascada en twitter,
despotricaba contra su enemigo dilecto: los medios.Si,La misma presidenta que
rechazo más de diez pedidos de audiencia al entonces arzobispo de Buenos Aires,
ahora papa.
Horas después –estos hechos surgían
claros mientras seguía restregándome los ojos, con el sudor casi seco- se
escuchaba que Maduro (¿presidente encargado? ¿Vicepresidente?¿próximo
presidente?- de Venezuela explicaba a
quien lo quiera oír que el Comandante Eterno Chávez había subido al cielo y
desde allí ayudado a la elección de Francisco. En la Argentina Luis D’Elia,
filosofo del Frente Para la Victoria, gritaba a viva voz que “El Imperio había colocado
en el trono de Pedro a Bergoglio, el entregador de dos padres Jesuitas a la última
dictadura”. Solo en sueños cabrían posturas tan disimiles de quienes se dicen
progresistas hermanos latinoamericanos.
Caminaba hacia el baño cuando, a
oscuras, escuché claramente como en mi sueño el relator uruguayo devenido en preclara voz K, mascarón de proa de 6-7-8, decía:”Dios
se llevó al Comandante y nos dejo como papa a un genocida… ¿no podría haber
sido al revés? ”. Una pesadilla sin dudas.
Menos mal que soy agnóstico, pensé,
manoteando casi a oscuras el blíster con Mylanta. Tengo que cenar liviano, me prometí.
Víctor Hugo se calló (solo en
sueños) y dejo paso en mi cabeza a Obama quien alababa al nuevo papa. Lo mismo hacían
reyes y jefes de estado de países importantes y no tanto. Cristina Fernández,
ausente en los últimos Tedeum brindados por el flamante Francisco, publicaba
una escuetísima carta en la que costaba encontrar el mínimo elogio. En mi sueño,
en un canal de televisión, se veía como gente común, partidaria del gobierno,
se enfrascaba en discusiones sobre el pasado del ahora papa, solo para “defender”
la postura de su líder. ¡Las cosas increíbles que uno puede soñar!
Vuelvo a la cama, vaso de agua en
mano. Las cuatro y media. Ya me sentía mejor. Quizás ahora pueda soñar con
cosas lindas. Soñar con qué lindo seria que un país
como el mío, La Argentina, en el que la mayoría absoluta es católico, tuviese
la oportunidad de, alguna vez, tener un papa. Y me imagino, ya con los ojos
entrecerrados, un país contento con lo
sucedido, con nuestros dirigentes alborozados, unidos, dándose cuenta de la
importancia de ese hecho tan fabuloso ,tan único , uniéndose en pos del país que
todos nos merecemos.
Miré el teléfono por última vez,
las cuatro y cuarenta y cinco, suspiré y pensé: Soñar no cuesta nada.
*Sí,papa con minúsculas. Porque esperemos que Francisco sea uno mas como nosotros,un igual. Si, durante la lectura, alguien confunde al jefe de la Iglesia con un tubérculo es porque el que escribe no fue capaz de contextualizar el texto. Ojalá no suceda.
*Sí,papa con minúsculas. Porque esperemos que Francisco sea uno mas como nosotros,un igual. Si, durante la lectura, alguien confunde al jefe de la Iglesia con un tubérculo es porque el que escribe no fue capaz de contextualizar el texto. Ojalá no suceda.