viernes, 21 de junio de 2013

Una mañana cualquiera


Una mañana cualquiera.


Una joven de pelo blanco caminaba por la vereda. Era albina. Sus cejas de hielo apenas asoman debajo del gorro tejido y sus manos, enfundadas en unos mitones color ocre,  se balanceaban rítmicamente. La vereda estaba mojada. Una señora con pollera larga y botas amarillas, echaba baldes y empujaba el agua hasta el cordón, en movimientos frenéticos de la escoba.
Dos palomas y enseguida una tercera, observaban todo desde una rama del plátano con solo unas pocas hojas testarudas. El otoño había llegado, puntual.
En el café de la esquina las mesas estaban completas. El abogado leyendo el diario. Dos oficinistas reían. En el rincón, una joven de ceño fruncido y ojos llorosos , se prometía no llorar más a su novio infiel.
Parecía una mañana normal sino fuese que era la última para mi.
Caminé desde mi departamento hacia el trabajo, me cruce con la muchacha albina, esquivé los baldes de agua de la señora de botas amarillas. Vi cuando una hoja caía. Miré hacia el café y solo vi, a través del vidrio que reflejaba el sol de la mañana, a la chica de los ojos de llanto.

El auto me golpeó en mi pierna. Un ruido a rama quebrada, ningún dolor. Silencio. La gente se arremolina moviendo sus bocas  de las cuales no escapa sonido. Otra hoja cae y en el cielo creo ver pasar a una paloma. La chica de los ojos que sufren se para a mi lado y deja caer más lágrimas. Dos enfermeros se acercan, presurosos. Me colocan en una camilla y me suben a una ambulancia. Una persona les da mi teléfono, que había caído a la calle. En la ambulancia, una señorita con lentes de vidrios gruesos, me coloca una máscara y pasa por mi boca un lienzo blanco que retira rojo.
En el hospital controlan mi pulso. El Dr. menea la cabeza y apoya mi mano en la camilla. La enfermera de lentes me cierra los ojos.
Pienso en gente querida. Me hubiese gustado que las cosas fuesen de otro modo. Darle un beso último a mis hijos. Decirle a esa mujer que la quise. Acariciar a mis perros. Quizás leer por enésima vez- esta vez no habrá otra- el libro de tapas duras color verde. Mirar  la foto de mi padre ido, como cada mañana. Escuchar esa canción. Poner en mi boca la taza con el sabor del café.
Me hubiese gustado perdonar más. Y que me perdonen.
Ya no hay tiempo para reír.
¿De cuantas cosas me olvido?

Cuando la enfermera cierra la puerta, creo respirar por última vez.

miércoles, 12 de junio de 2013

Un ángel para nuestra soledad


Un ángel para nuestra soledad.






Escribir acerca de lo que se ha escrito tanto suele ser inútil, tedioso, repetitivo, cansador. Si, seguramente, si. Pero también puede ser necesario para quien lo hace, a manera de grito bajo el agua. Y por eso lo hago, hoy, aquí. Sin importarme –en absoluto- ser leído.

Ángeles iba caminando cuando alguien la llamó. Se dio vuelta, despacio. Son casi las once de la mañana de un día de sol. A una cuadra, el  colegio,con autos en doble fila. Enfrente una señora de bata verde barre hojas amarillas. El kioskero de la esquina ríe mientras palmea a alguien en la espalda.
¿Conoce Ángeles  a la persona que la llama? ¿Importa ello? La persona ¿las personas? Hacen lo impensable, lo increíble: abusan, violan y matan a Ángeles, una adolescente de dieciséis años, en pleno centro de la ciudad más populosa de la Argentina y a plena luz del día. No solo eso: la colocan en una bolsa de basura y la envían a un basurero. No redundo: estas personas la tratan como basura y la envían allí donde la basura debe ir: al basurero.
¿Puede ser que nadie haya visto nada? Puede ser.
¿Puede ser que las policías –si, las: la federal y la metropolitana- hayan, nuevamente, fracasado en su cometido, llegando, tristemente, fatalmente, tarde, otra vez? Si, puede ser.
¿Puede ser que nuestros gobernantes, preocupadísimos por cerrar listas para las próximas elecciones, sigan haciendo lo que nadie quiere y nunca hagan (peor, nunca COMIENCEN a hacer) lo que la gente quiere, lo que la gente necesita, aquello por lo que la gente, literalmente, muere? Si, puede ser.
Y, entonces, respirando por la nariz, con bronca, prendo la tele y veo lo tantas veces visto: reporteros corriendo detrás de padres destrozados. Una dignísima abuela agradece la ayuda prestada en la búsqueda de su nieta. En este mundo del revés la abuela agradece mientras espera que le devuelvan  a su nieta muerta, aun en proceso de autopsia.
Periodistas de pacotilla elucubrando las teorías más absurdas: ¿Conocía Ángeles a los asesinos? ¿Por qué llamo al banco? ¿Cargó su celular?

En un panfletario programa televisivo financiado por todos los argentinos, 6-7-8, justifican la importante - y según ellos desmesurada- cobertura de los medios diciendo que :”Ángeles era una adolescente de clase alta, ya que vivía en Palermo”.
Se les podría contestar con que los Qom maltratados y asesinados , que  no son recibidos por la presidenta , no son de la macrista Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sino de la federalísima provincia del Chaco, feudo del gobernador ultra K , Jorge Milton Capitanich. ¿Serviría de algo? Claro que no.

Nuestros nunca protectores investigadores policíacos haciendo lo usual: investigando a la víctima. Su excusa, banal, los delata: Partimos de la victima para llegar a los asesinos. No, señores, no. No pueden esperar a que haya victima para comenzar  a hacer lo que deben. Deben comenzar antes. Deben prevenir. Deben estar en las calles y no dormidos en patrulleros. Deben proteger a los ciudadanos comunes y no estar de a miles en la canchas cuidando barrasbravas. (Así y todo, el fin de semana una bala de goma disparada a menos  de dos metros mató a un hincha de Lanús).
Deben cuidarnos.
Nada anda bien, señores. Nada.
El gobierno más corrupto de la historia se lleva a sus impresionantes casas el dinero que debe ser utilizado en instruir policías, comprar patrulleros, colocar cámaras y demás. Cuentas en hermosas islas del caribe son depósito del dinero que debería ser utilizado en reformar la justicia. Pero reformarla en serio, no como están haciéndolo. Reformarla para hacerla expeditiva. Reformarla para que los delincuentes no salgan antes de la comisaria de lo que tarda el denunciante en completar su denuncia. Reformarla para que los violadores no violen más. Nunca más. (¿se conocerá dentro de unos días que los violadores y asesinos de Ángeles ya habían violado y que fueron soltados por un juez garantista? ¿tendremos en nuestros televisores la cara de un novio despechado,presente en el entierro? o ,lo que es peor aun: ¿pasará el tiempo y nunca sabremos quien la mató? Maria Cash, eternamente perdida en el norte argentino, nos mira desde arriba sin poder creer lo increíble de la repetitiva historia argentina).
Lejos de ello, el gobierno quiere reformar la justicia para quedarse con ella. Quieren que el órgano que elige los jueces este compuesto por puestos electivos, haciendo uso de la más vulgar de las demagogias. ¿Por qué los jueces no pueden ser elegidos por personas elegidas por el voto popular, como nosotros los integrantes del poder ejecutivo?, declaman, ¿Por qué?  ¿Habrán leído la Constitución alguna vez? Sí, claro. La leyeron muy bien. Es  por eso que quieren arrasar con ella. Quieren qué, cuando la década dilapidada finalice, los jueces que deberían juzgarlos, sean aquellos que hoy comen con Boudou, el paradigma de la corrupción entronizada, y se fotografían bebiendo champagne pagado al dólar oficial. Quieren cubrir su retaguardia de la manera más grotesca. Intentando por todos los medios que la balanza que tiene en sus manos la justicia ,(equilibrada, justamente, por un poder judicial ajeno a calores electorales) se incline hacia su lado.
Afortunadamente, parece haber jueces que no están dispuestos a dejarse pisar por la bota militante. Varios fallos dieron por tierra con el engendro de reforma judicial Cristinista.




Mientras esta corrupción disfrazada de gobierno de masas,  abarroca entre sus fieles y costosos militantes la plata que debería ser destinada a que los hospitales funcionen, los maestros ganen dignamente , los trenes hagan llegar vivos a sus pasajeros a sus casas, mientras todo eso sucede nosotros estamos aquí, sin lugar donde ocultarnos,temblando, hasta escuchar la llave en la cerradura cuando nuestros hijos llegan.



Me siento en mi sillón preferido. En la televisión , la cara de Ángeles , sonriente, vital, esta en todos los canales. Cierro los ojos  e intento no pensar.
Pero sigo pensando. Y pienso que estamos próximos a la elección de medio tiempo mas importante de la historia argentina. Una elección que determine si seguimos así o  decimos basta. Una elección que coloque en el congreso (otro poder atropellado por el Kirchnerismo) el limite a tanta ley sacada de apuro sin esperar ni los gallos ni la medianoche.



Claro que nada de esto importa ahora para la mamá y el papá de Ángeles.