domingo, 11 de junio de 2017

¿Son, los corderos, tan tontos?








Hace pocos días  tuve oportunidad de ver, por televisión, una nueva marcha organizada bajo el lema de #NIUNAMENOS. No es la primera de estas marchas que veía.
Lo primero que me viene a la mente es : ¿Cómo puede ser que los argentinos transformemos un tema que nos debería aglutinar, juntar, unir a todos tras de si, de manera unánime y compacta, como es el asesinato salvaje de mujeres a manos de hombres, en  un nuevo elemento separador, una nueva grieta?
Somos eximios en el arte de confrontar. Confrontar sirve solo si como resultado de esa confrontación obtenemos  una idea que prime y no solo un vencedor y un vencido. Podríamos utilizar (en el mejor sentido de la palabra, hay que ser muy cuidadoso en la elección de algunos términos) a #NIUNAMENOS como un ámbito en el cual muchas ideas puedan ser exhibidas para luego hacer un enorme aporte en el cual confluyan muchas de ellas, sin embargo, en las marchas –a la que asisten miles y miles de personas- sobresalen posturas minoritarias, sexistas –en el peor de los sentidos- politizadas y, comúnmente, violentas.
He visto como grupos de estas minorías pegaban a quien no pensaba como ellas, en un ataque de horda.
He visto a un símbolo patrio, el Cabildo, destrozado con pintadas y huevazos. (¿Será porque es “El” Cabildo).







He visto también a mujeres defecar , tomar sus propias heces y arrojarlas contra , por ejemplo, la Catedral, objetivo preferido de estas marchas.
Soy agnóstico y ninguna Catedral representa demasiado para mi, sin embargo, ver a mujeres violentadas, creyendo representar a aquellas muchas que con calma y corrección marchaban en protesta por la salvaje y creciente agresión a muchas de ellas, no deja de ser una triste representación de lo que hoy somos.
Pregunta: ¿Por qué una minoría desprestigiada y violenta prepondera por sobre una mayoría pacifica y legitima? Es, lo sucedido en las marchas, parangonable con lo que sucede en nuestra política:¿Por qué minorías políticas corruptas, mediocres y sin ningún tipo de nexo de legitimación con sus electores se eterniza en el poder? ¿Somos corderos? ¿Son, los corderos, tan tontos como nosotros?
He leído pintado en las paredes de monumentos, edificios, casas y hasta en autos que solo pasaban por allí: “Verga violadora a la licuadora”, “La vida es corta, hacete torta”, “Fachos”, “Libertad a Milagro Sala”, “A empalar machos” y muchas más del mismo nivel intelectual. ¿Alguna de estas pintadas entraría en el rubro “aporte”?
Pero hubo una declaración que escuché de boca de una integrante de estas minorías que se arrogan la representatividad de las mujeres (su nombre no tiene importancia) que me impactó particularmente: ella, refiriéndose a los asesinos, violadores y maltratadores , los aglutinó en unas palabras que aun resuenan en mis oídos, ella dijo :”Ustedes, los hombres”.



Lejos de ser una defensa, si me escuchase, quisiera decirle algo a ella y a todas las que piensan como ella.
Yo soy uno de los que no va a las marchas, pero me encantaría poder ir. 
Me encantaría poder ir a marchas pacificas, integradas, lógicamente, por miles y miles de mujeres que apoyan a sus congéneres, pero también por nosotros, los hombres, apoyándolas.
Los hombres que ni las matamos, ni las acosamos, ni les pegamos, ni las violamos.
Los hombres que abrimos puertas y cedemos el paso.
Los hombres que tenemos madres a las que adoramos.
Los hombres que tenemos hijas a las que cuidamos, arrullamos, cambiamos sus pañales y  cocinamos su comida.  
A las que hacemos compañía y con las que caminamos de la mano . 
Hijas a las que leemos cuentos y con las que jugamos sus juegos. 
A las que celamos cuando aparecen con sus novios y a las que protegemos hasta nuestro final.

Los mismos hombres que compartimos el  estudio, el  trabajo, la  vida, con ustedes, mujeres imprescindibles, expertas, admirables, colegas, supervisoras o supervisadas. Jefas o subordinadas. Fantásticas.

Los hombres que con un poco de suerte y un mucho de ganas de vencer preconceptos, tenemos una amiga mujer. Somos aquellos que tenemos una gema invaluable.  Somos los que tenemos la posibilidad de sentarnos y escuchar la voz que nuestros amigos (¿machos?) no pueden darnos.

Somos, también, los hombres que tenemos novias, esposas, compañeras y  amantes.
A las que pretendemos, amamos y extrañamos. Por las que desesperamos.
Mujeres a las que soñamos una y otra vez, sin descanso.
Mujeres que hacen que nuestra vida tenga un  delicioso porqué.
Mujeres pasadas y presentes, futuras, ausentes. Mujeres que están o que se han ido. Mujeres que vendrán.
Mujeres por las que reímos y lloramos, pero sólo las lagrimas del desamor y nunca las de la violencia y el terror.





Si alguna de esas mujeres me escuchase le diría: Hija, madre, amante, novia , amiga , esposa... ¿Y si en vez de “Ustedes”, volvemos a ser “Nosotros”?