No es tal el miedo ,es alivio.
El sabor del café en la mañana, la alegría de mí perra al levantarme, el persistente aroma del malvón, la rutina hermosa de recordarte, el sonido del agua en mí ventana, la sonrisa de mí hija, el vértigo de extrañar, la tarde amarilla.
Todo eso desaparecerá , es verdad.
Pero es un alivio pensar que también lo hará el silencio de mí hijo, mí insoportable opacidad, la certidumbre de saber que ya no hay planes ni metas, el agrio día a día, el lento transcurrir, tu ausencia.
A medida que el tiempo pasa voy dejando que mis uñas se suelten y ya no se aferren a estos días, voy dejando que el miedo de caer se transforme en ese alivio de saber que ya no hay más.