Cayendo. De espaldas. Con los ojos cerrados y en
silencio.
En el más desconcertante de los silencios.
No sé si caigo rápido. O lento.
Pero caigo.
Espero el golpe que no llega.
Mis brazos se abren. Mis ojos no.
Nunca esperé estar en un lugar así.
Nunca esperé estar en un lugar así.
Supuse
que tu abrazo (el nuestro) habría de
ser
Eterno
Como nuestro amor,
Filial.
Que hoy no quieras verme me deshace.
Me divide en pequeñas partes que nunca había visto
De mí. Soy otro.
Y mientras sigo en esta caída, me pregunto
Si habré algún día de parar, de detenerme, de volver
a ser.
Espero el golpe, me preparo.
Creo romperme en mil pedazos
De mí, cristal
Y entonces sólo tendré que juntar mis restos
Entre musgos y sufrires
Uno a uno.
Y pararme. Y volver a reír.
Quizás.
Engordando el cordero, siempre.
Engordando el cordero, siempre.