Quiero bajar corriendo una colina.
No demasiado escarpada,suave.
Con algunas pocas rocas,de pálido gris y verde, mucho verde.
Con algunas pocas rocas,de pálido gris y verde, mucho verde.
Si cierro los ojos no existe ni el ámbar ni el marrón.
Sólo el verde.
Corro. Y en mi carrera escucho tu voz que me llama.
Mi respiración se agita. Te veo.
Tus brazos se extienden hacia mí. Ya casi llego.
Podría este ser un sueño y recurrir al trillado despertar.
Pero no.
Llego.
Llego a tus brazos. Mi mejilla huele la tuya.
Creo no necesitar nada más en este mundo:
Una colina verde, mi carrera, tu mejilla.
¡Cuánto lamento que nuestras mejillas se olviden!
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