martes, 10 de junio de 2014

Transcurro

Voy a levantarme. Incluso antes de que suene la alarma. Me duele acá. Tendré que acostumbrarme. Voy a buscar, rápidamente, que ropa ponerme. Esto no. Esto. Y esto otro. Tengo dos relojes, elijo uno. Voy a mirarme en el espejo .Soy casi el de siempre. Me sonrío. Paso mi mano derecha por la frente. Lo que parece una arruga, es una arruga. Sigo cantando la misma canción que anoche, sin cantarla, en silencio. Creep. Afuera, solo la aun noche y el gallo eterno. El perfume que me gustaba anoche, me sigue gustando. Mucho. Cierro los ojos ya sin sueño y me huelo. Puedo estar en mil lugares. Y en ninguno. Con vos. Solo. Alegre. Triste. Abro los ojos y miro el reloj. Tranquilo. El auto me es fiel, una vez a la llave y nada más. Pongo más música. Otra. Baby, you turn me on. En la ruta una niebla pertinaz disfraza de  miedo el camino. Pongo voz grave y creo cantar bien. Una joven espera el colectivo y de su boca sale vapor. El reloj de mi trabajo me desconoce, terco. En la felicidad de no pensarte, transcurro. Cuando salgo, la camarera me sonríe. No sé si hay paz en su sonrisa , pero creo ver paz en ella. Subo al auto, me restrego los ojos. Los lentes de sol calman mi mirar. En el lugar en el que los libros viven, tomo un café. Pienso. Todo el día pienso. Tantas cosas. Intercalo tonterías con alguna que otra brillantez. Voy al baño. Una de las luces no funciona pero alcanzo a leer uno de los versos más hermosos, escrito con birome en una puerta. Vuelvo a mi mesa. El café despide volutas que se pierden en una fotografía que cuelga de la pared.
Coloco el pocillo en mi boca y dejo que el líquido caliente se deslice  en mi boca. Como con el perfume, me transporto. A tantas tardes, tantas charlas. Tanto amor. Llego a mi casa. El ausente ladrido. Las hojas del otoño en mis 
suelas. Pienso en ir a caminar. Me arrepiento y me tumbo en mi sofá. En la televisión danzan corruptos , infieles e infelices. Mientras el sueño me vence pienso en cuanta gente confundida navega en mis mares. Cuanta gente que se cree feliz. Cuanta que sabe que nunca lo será. Cuantos arrepentidos. De haber perdido. El amor. Preparo mi cena. Sirvo una copa con sabores. Que recorren mi lengua. Y despiertan mi soñar. Estoy con vos. Temblando en mis brazos. Y te leo mintiendo amor. Cuando abro los ojos y no estás pienso en el camino que elegiste. Tan quieto. Tan correcto. Y, mientras me compadezco de tu error, tomo el libro. Leo los versos tan sentidos. Miro el reloj. Y apago la luz.Y me sumerjo en mi noche. Y nado.