domingo, 15 de mayo de 2016

Tener o haber tenido: La circunspecta vida del manatí.




“..¿Sabés que es la vida? La vida es una montaña rusa.
Al principio todo transcurre despacio, trac, trac, mientras el carro sube, empinado.
Es allí cuando todos queremos ser lo que no somos. Queremos ser grandes, queremos apurarnos, queremos ver concretarse nuestros sueños.
Hasta que llegamos, al fin, a la cima de la montaña.
Y luego, la bajada. A partir de allí, todo transcurre rápido, muy rápido. Así – hace un sonido con sus dedos como castañuelas- en un tris. Muy rápido. Sin tiempo, siquiera, para arrepentirnos.
Y cuando nos queremos acordar, llegó el fin del paseo.”
(Dicho por un viejo pediatra, una tarde de hace unos veinte años, en su consultorio)




                            **********************************************************



Estoy durmiendo en mi habitación junto a mi hermana, tengo cinco años. La casa tiene la distribución clásica de aquellos años. Al frente ,la habitación de mis padres, un pequeño pasillo , la puerta del baño y nuestra habitación.
Tras la puerta cerrada escucho gritos. Las discusiones son comunes. No me puedo dormir: Tengo terror de que mis padres se separen.




                           **********************************************************



Vamos a la playa. No tenemos auto y mi madre nos lleva a mis hermanos, a algunos amigos vecinos y a mi, en colectivo. Hace calor, mucho. Ella no está disfrutando. Bajamos corriendo, ella grita algo que no escuchamos. Encontramos un lugar y mi madre comienza a hacer el pozo donde irá la sombrilla. Nos sacamos la ropa y corremos al mar. Caigo en un pozo y rápidamente, muy rápidamente, me encuentro agarrado a la escollera cubierta de pequeños y filosos caracoles que me raspan. Tengo miedo, no sé nadar. Siento unas manos que me agarran fuerte y enseguida estoy tirado en la arena. No tragué agua, me siento bien. Mi madre se abre paso entre la gente agolpada en torno al “ahogado”. Me grita. Me agarra fuerte. Me sienta junto a ella, debajo de la sombrilla, de donde ya no me moveré.




                               **********************************************************




Tengo veinte años. Mi madre se fue a España con mi hermana. Quedamos los “varones”.
Unos amigos dicen de ir unos días a Córdoba, consiguieron un hotel barato.
Se lo comento a mi padre. Me dice que tiene que trabajar y que está solo con mi hermano menor. Insisto. Solo pienso en mí. En mi y nadie más. Me voy a Córdoba.
Mi padre se quedó solo con mi hermano. No recuerdo como habrá hecho para cuidarlo.




                                 **********************************************************




Cada vez que mi padre come manzanas, hace mucho ruido. Yo no como manzanas, de manera que no sé si es normal que al comerlas se haga ruido o mi padre es muy ruidoso.
Cada vez que esto pasa, mi madre me mira. Nos miramos en una complicidad silenciosa, de espanto.




                                  **********************************************************




Tengo nueve años. Mi padre dice de ir a cenar a una parrilla, “La Llamarada”, a unas quince cuadras de mi casa. No tenemos auto. Él me sube en sus hombros y caminamos. Mi hermana va tomada de su mano. La noche es cálida, seguramente es verano. Mi madre esta vestida con una camisa anaranjada , lleva en brazos a mi hermano y ríe.




                                    **********************************************************



A mi padre comienza a irle bien económicamente. En la escala social en la que solo se sube pisando escalones de dinero y nunca de merito, subimos.
Construye una casa enorme y hermosa, con parque y parrilla. Ya no tenemos que caminar.
Es común que nos juntemos cada domingo a comer en su casa.
Llevamos a nuestras novias y novios. Es una mesa grande y alegre. En ese momento la política aun no se había sentado a nuestras mesas, destruyendo todo.
Cuando mi padre fallece, ya no hubo más reuniones.
Yo culpo a mi madre por ello.



                                      **********************************************************




Necesito dinero. Un juicio con mi ex puede terminar de la peor manera. Mi madre se entera y, pese a haber estado distanciados, me presta el dinero, cuando el agua ya había superado mi cuello.
Vamos al banco a concretar su préstamo. Al salir la noto vieja.
No sé cuál es el velo que a veces obnubila y a veces se corre y deja ver cosas.
Otra vez creo ser el centro de las cosas. Un centro imperfecto y egoísta.
Me quiero correr de ese centro. No me quiero así. Ya no.
La abrazo y me siento romper distancias. Me pregunto ¿Por qué? En silencio, mientras caminamos hacia el auto, me pregunto ¿Por qué?




                           **********************************************************




Mi madre se cae en una vereda y se golpea. La ayudan y vuelve a su casa. Me entero dos días después.
Se vuelve a caer, dos semanas después. Me entero esa noche. “Me caí, hijo”
Dos días después, mi hija va a visitarla. A la noche, me llama: “¡Que hija divina que tenés! Vino a visitarme, me hizo las compras, me cocinó…un amor!
Me siento orgulloso y triste a la vez. Me dormí tarde, escuchando “Blue moon”, por los Cowboys Junkies.




                              **********************************************************



Estoy desayunando con un amigo. Es sábado. Mi hija me llama: ¿sabes algo de la abu? No, le digo, la última vez que hable con ella fue el jueves.
Bueno, Voy a llamar a la tía. La tía es mi hermana.
Unos minutos después , mi hermana me llama: No encontramos a mamá. No atiende su teléfono celular, tampoco el fijo. No está en la peluquería. Tampoco en lo de su hermana. Salgo para su casa.
Voy para allá, le digo.
Paso a buscar a mi hijo. En el trayecto, tengo ganas de llorar. Mi hijo me calma. Mi hijo de diecisiete años me calma.
Mamá se cayó en su baño. Hace muchas horas que está tirada allí, con frío. Escuchó el teléfono todas y cada una de las veces pero no pudo levantarse a atenderlo.

Mi hermana se ocupa de lavarla. La ponemos en la cama. Tiene mucho frio y está confundida.
Me pregunto cómo pudo pasar aquello. No la caída, claro. ¿Cómo preverlo? Pero si que no nos hayamos podido coordinar  para llamarla. Me culpo. Me prometo que no va a volver a pasar.
Finalmente, no pude llorar. No sé si está bien. Yendo al médico, para llevarla a un control, pensé en esto , mi mandíbula se entumeció y mis ojos se nublaron. Volví a culparme.




                            **********************************************************






Tuve una esposa. Tengo una ex esposa. 
Tuve un amor. 
Tengo compañeros de trabajo. 
Tuve dos casi hijas. 
Tengo un perro y tres gatas. Tuve más perros. 
Tengo muchos libros. Tuve ilusiones. Tuve sueños. Tengo sueños. 
Tengo tres relojes. Tengo (creo) una casa. 
Tuve un padre al que veo cada día.
Tengo una madre.
Tuve y tendré hija e hijo, colores de mi paleta que sólo pinta grises.
Finalmente, parece ser, todo se resume a
 tener o haber tenido






























Aclaración vana: Un amigo, dilecto, quien se cuenta entre los poquísimos lectores de este blog, me suele brindar su constructiva critica. Es común recibir la misma: "Sos muy autorreferencial". Podría nombrarle muchas publicaciones en la que creo que esto no pasa. Y también, claro, reconocerle otras en la que si. 
Supongo que , salvo que uno escriba sobre ciencia ficción o sobre la circunspecta vida  del manatí, debe ser muy difícil  desembarazarse de toda una serie de hechos y circunstancias que nos marcaron.
Algunos hechos podrán advertirse como referencias evidentes a la vida del que escribe siempre y cuando uno conozca al autor. 
Supongo que a mi amigo un relato, poema o novela  de algún escritor a quien no conoce puede parecerle dotado de una maravillosa imaginación y brillante prosa, cuando, quizás, en algún lugar de Irlanda, España o dondequiera que resida ese escritor, algún amigo le debe estar diciendo: "¡dejá de escribir de vos mismo, che!"


En este caso, amigo, te digo: Esta es mi terapia, chiquito. No me la cubre OSDE.