Dejando que el tiempo actúe.
No está solo:
En este presente de primera persona,
La soledad, impiadosa sanadora
Lo acompaña.
Es un cepillo de cerdas duras
Que limpia de comodidades, de ortodoxias
(¿Qué hacemos hoy? ¿Te paso a buscar? ¿Venís?)
Mi vida.
Y después de restregar carne de llanto
y quedar solo y mis huesos
Y luego , bañarme en el río siempre diferente
Y salir siendo el mismo,siempre.
Recién , sólo recién
Darme cuenta de lo perdido
Y ,entonces, leer a Amaro en su “Tanto”
(Tanto te quiero desde que te quiero
que el tiempo sucedido sin quererte,
más que en la vida, sucedió en la muerte,
que en mí la muerte sucedió primero.
Tanto te quiero desde que te quiero
que hasta el suceso natural revierte:
la vida, sucesora de la muerte,
da su amor tras la muerte duradero.
Tanto te quiero desde que te quiero
que falta la palabra de quererte,
pues no siendo la muerte ya la muerte
no hay término posible venidero
ni es posible decirlo de otra suerte:
tanto te quiero desde que te quiero.)
Y entenderlo
Y luego sí, curado de
soledad, comenzar a encontrar otra vez